Las espectaculares actuaciones de "La Pulga" habían devuelto la fe de cara al Mundial. En el partido de vuelta de semifinales de la Champions ante el Inter se vio cómo un férreo sistema logró anularlo, y entonces resurgieron las grandes preguntas. ¿Cómo potenciarlo? ¿Puede ocurrirle lo mismo en Sudáfrica?
Lionel Messi siempre está presente, aun para reflejar la impotencia de todo el Barcelona, un equipo que parecía imbatible hasta que se estrelló, durante 180 minutos, contra un verdadero muro como el Inter de Milán.Es cierto que "La Pulga" no marca un gol desde el 11 de abril, cuando el Barça venció 2-0 al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Pasaron desde entonces cinco partidos, entre Liga y Champions.
Sin embargo, lo que sucedió ayer fue más la consecuencia de la falta de alternativas de ese gran equipo que es el Barcelona que de un bajón individual de su jugador estrella.Algo cambió en los rivales a la hora de plantarse frente al mejor equipo del mundo.
El Espanyol le sacó un empate con un sistema similar al que utilizó José Mourinho en la serie de semifinales. Su técnico, el argentino Mauricio Pochettino, había avisado en la previa que "sabía perfectamente cómo jugarle".
Claro que el sistema tendrá más efectividad cuanto más recursos tenga a mano el entrenador, y por eso "Mou" pudo repetirlo en dos partidos seguidos, algo casi imposible de imaginar para otro contrincante.Era un precedente. Fueron tres partidos con todos los resultados posibles.
Y en la victoria –ayer- no pudo festejar. De repente, al elenco de Pep Guardiola lo invadió la impotencia de proponer siempre y no encontrar casi nada, nunca.
La explosión individual de Messi no logró esta vez superar al sistema (un sistema pensado para destruir el juego del adversario, sin preocuparse nunca por construir el propio).¿El mismo problema que con la Selección? Aunque el resultado sea el mismo, o sea sin un Messi salvador, la respuesta se construye de manera diferente.
Y hasta da lugar a engaños. Argentina nunca tiene tanto control de pelota ni toque corto como el Barcelona. Tampoco achica espacios adelantando la última línea casi hasta la mitad de la cancha ni los defensores laterales suman en ataque (ya avisó Maradona que serán cuatro centrales).
Ayer Barcelona no necesitó empujar al Inter hasta obligarlo a retroceder, simplemente porque el conjunto milanés se replegó solo. Y fue la marca escalonada, una especie de triángulo, la que anuló a "La Pulga". Colaboraron para esa tarea los argentinos Esteban Cambiasso, Javier Zanetti y, más retrasado, Walter Samuel, entre otros. Así, los blaugranas tuvieron el 75% de la posesión de la pelota, pero pocas veces lograron llegar hasta el fondo.
Messi tampoco pudo ejecutar la clásica jugada de enganche hacia adentro y remate –salvo la que le tapó Julio César de manera espectacular- y entonces Barcelona no supo qué hacer con tanto dominio territorial.
Una vez más, su mayor problema en la Selección ha sido siempre el extenso recorrido que debió realizar para tener opciones concretas de gol.
El de Maradona es un equipo más largo, con menos juego asociado, y en ese contexto el rosarino también chocó una y otra vez contra las defensas rivales, aunque no porque todos ellos hayan propuesto "cattenaccio" sino más bien porque rara vez podía juntarse con un compañero.
En definitiva, el fútbol se niega a aceptar fórmulas mágicas y no todos los equipos pueden hacer lo que hizo ayer el Inter, que, dato no menor, probablemente tenga la mejor defensa del mundo (incluyendo al arquero).
La mejor forma de potenciar a Messi será rodearlo bien, con jugadores que toquen y que arrastren marcas. Tal como hace el Barcelona: al cabo, la fórmula más exitosa que se haya visto en los últimos años pese a algún aislado tropiezo.
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