Una Masía en Buenos Aires
Unos 200 niños se entrenan y son educados en La Candela, la escuela argentina del Barcelona que copia el modelo y la filosofía de la cantera azulgrana
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ - Buenos Aires - 26/04/2010
En todos los colegios de Argentina donde exista un televisor se verán los partidos del Mundial en los que intervenga la selección nacional, suspendiendo las clases si es necesario. La polémica decisión del Ministro de Educación tiene, sin embargo, sentido, porque todo el mundo sabe que en junio y julio los niños (y muchos profesores) dejarán de ir a la escuela y se quedarán en casa a ver el partido de su adorada albiceleste. "Si pueden ver el encuentro en la escuela, perderán sólo dos horas de enseñanza. Si no vienen, perderán todo el día", argumentó el Ministro.
El club catalán se reserva un derecho de tanteo por los jugadores que forma. Tres chicos ya han sido llamados para las selecciones inferiores de Argentina. Todos sueñan con seguir algún día el camino de su gran ídolo, Messi. El proyecto cubre cualquier gasto, pero no paga nada y evita a los agentes.
Los únicos que no van a perder ni una hora son los alumnos de la Masía argentina, la escuela que inauguró hace casi tres años el Fútbol Club Barcelona en San Justo, una localidad del enorme cordón suburbano de Buenos Aires. Para ellos los partidos forman parte de su educación. Los 49 chiquillos y adolescentes que viven en las instalaciones de La Candela, el antiguo centro de entrenamiento del Boca, en el que se entrenó un jovencísimo Maradona, y los más de 150 externos que acuden sólo por la tarde, no ocultan su excitación ante el Mundial. Todos son fanáticos de Lionel Messi y todos sueñan con llegar un día a ser como ÉL.
"Todo el mundo piensa que de aquí saldrán los nuevos Messi, los cracks argentinos del futuro, pero nosotros no nos lo planteamos así. Si surge un talento tan grande como él, estupendo, pero la idea es reproducir en Argentina el mismo modelo organizativo, social y deportivo del Barcelona", explica Daniel Vitali, representante legal del Barcelona en Argentina y director general del proyecto, un economista que no procede del mundo del fútbol, sino de la universidad y la gestión sanitaria. "Creemos en la idea de juntar el talento de raíz individualista de los futbolistas argentinos con la organización, el método y la filosofía de juego del Barcelona", insiste Jorge Raffo, director deportivo de La Candela.
Raffo, que fue jugador del Boca y del Quilmes y que pasó cuatro temporadas en el fútbol francés y alemán, ("con más fracasos que éxitos", reconoce), tiene claro lo que le gusta de la organización del Barça: "Realmente, nos preocupamos de los chicos, de su formación, de su educación general, de su salud y de su alimentación. De que se comporten con solidaridad, disciplina y responsabilidad". Si los chicos rompen ese "contrato" son expulsados sin piedad. "Ha habido pocos casos, pero sí que hemos devuelto a algún chico a su casa", reconoce.
Los 49 que viven actualmente en La Pensión (el edificio destinado a dormitorios, con tres camas por habitación, con la idea de permitir mejor el control) van por las mañanas al colegio salesiano de Don Bosco, en San Justo, se entrenan por la tarde con los otros alumnos externos (que reciben también una sustanciosa merienda y atención médica permanente) y disfrutan de cinco profesores particulares que les ayudan a hacer los deberes escolares. "Todos son de fuera de Buenos Aires, menos cuatro que proceden de las villas (barrios extremadamente pobres del entorno de Buenos Aires), cuyos padres no pueden garantizarles ni la alimentación ni la higiene adecuadas", explica Raffo.
El proyecto no fue fácil en sus inicios. Primero, porque el centro no admite que los niños tengan representantes ni paga un céntimo a sus padres, algo bastante extendido en el futbol argentino, y segundo, porque los grandes clubes del país lo contemplaron como una injerencia extranjera en su propio patio trasero. El Barça les dio garantías de que no iba a competir con sus propias canteras y "ese miedo ya ha desaparecido", mantiene Pablo Forte, jefe de los ojeadores azulgrana en este proyecto. "Nosotros no funcionamos con el modelo tradicional argentino, sino que nos relacionamos primero con los pequeños clubes o asociaciones deportivas y después, con los chicos. Vamos a ver torneos infantiles en el interior del país y tenemos personas de confianza que nos llaman para pedirnos que veamos a algún chaval. Obviamente tenemos más trabajo en Buenos Aires y en Rosario (dos centros tradicionales del fútbol argentino), que en Neuquén (una provincia alejada), pero también vamos allí", asegura Forte.
El modelo del Barça en Argentina es peculiar. Según explica Vitali, el equipo catalán compró la licencia de un club argentino que ya no competía, el Club Atlético Luján, y fundó el FC Barcelona Juniors de Luján. Es esta institución la que tiene los derechos federativos de los chicos que entrena y, de hecho, los muchachos juegan con camisetas que tienen los colores del Barça pero que llevan también el escudo del Luján. Los resquemores de los clubes argentinos desaparecieron por completo cuando el Barcelona les explicó su plan: cuando los chicos ya llevan dos o tres años en La Candela y alcanzan el nivel adecuado, son ofrecidos a los equipos de Primera División para que, si así lo desean, los incorporen a sus equipos juveniles, sin que tengan que pagar ni un euro por ellos. El Barça se reserva, eso sí, el derecho de tanteo de cada uno de esos jugadores, en el caso de que vayan a ser traspasados a un equipo profesional, o un porcentaje de la ficha de ese primer traspaso.
El proyecto ha recibido ya unas 40 peticiones de clubes de Primera para fichar a muchachos de La Candela. Aunque nadie dice nombres de jugadores ni equipos concretos, parece que Boca, River, Huracán, Racing y, sobre todo, Vélez son los clubes que han solicitado más jugadores para sus equipos juveniles. Y lo más importante, tres chicos ya han sido llamados para las selecciones inferiores de Argentina.
¿Y el propio Barça? ¿No puede reclamar a alguno de esos chicos para la auténtica Masía? "Hemos llevado este año a unos 10 jugadores para que pasaran allí unos días, pero todos han vuelto. La verdad es que más que viajar para presentar posibles talentos, viajamos para pasar una especie de auditoría deportiva", bromea Raffo. De cualquier forma, explica, la idea es que los chicos no vayan a vivir al extranjero antes de los 17 años. El caso de Messi, que fue a Barcelona a los 13, inspiró al club azulgrana a crear masías en el extranjero.
"Corremos con todos los gastos, desde la vestimenta hasta los exámenes médicos, pero no creemos que chicos tan jóvenes necesiten representantes ni agentes. No cobramos nada, pero no pagamos nada", asegura Vitali. Jorge Raffo lucha también para impedir que los padres presionen a los chicos: "No dejamos que estén cerca de las canchas. Tienen una zona acotada, con un bar, donde esperan, y los chicos pueden jugar sin que les griten o sin ver cómo sus padres se ponen hechos unas fieras con los árbitros. No hay nada peor que un padre de futbolista que quiere salvarse económicamente gracias a su hijo".
Las instalaciones de La Candela son magníficas. El Boca las perdió en una de sus muchas quiebras y habían terminado en manos de una empresa vinculada a Raffo, que creó allí un Centro de Entrenamiento para Futbolistas de Alto Rendimiento. Es esa finca, de ocho hectáreas, la que ha reformado el Barça para su escuela argentina. La imagen es idílica: varios pequeños edificios que parecen sacados de la campiña inglesa, con césped impecable y fachadas de brillante ladrillo rojo. El conjunto tiene un edificio-enfermería, residencia para profesores y para padres invitados, tres canchas con césped natural y artificial, una de ellas techada, gimnasio, zonas de juegos, y entre 40 y 50 personas que lo controlan todo.
El edificio con los dormitorios infantiles y juveniles está decorado con varias grandes fotos de Maradona. En las habitaciones, de orden riguroso, no se permiten carteles ni fotografías en las paredes. No hace falta preguntar mucho para que los chicos, enseñados a saludar con esmero, confiesen su sueño: que Messi gane el Mundial y que a ellos les lleven pronto a la auténtica Masía. Europa y Messi siguen siendo el objetivo.
Unos 200 niños se entrenan y son educados en La Candela, la escuela argentina del Barcelona que copia el modelo y la filosofía de la cantera azulgrana
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ - Buenos Aires - 26/04/2010
En todos los colegios de Argentina donde exista un televisor se verán los partidos del Mundial en los que intervenga la selección nacional, suspendiendo las clases si es necesario. La polémica decisión del Ministro de Educación tiene, sin embargo, sentido, porque todo el mundo sabe que en junio y julio los niños (y muchos profesores) dejarán de ir a la escuela y se quedarán en casa a ver el partido de su adorada albiceleste. "Si pueden ver el encuentro en la escuela, perderán sólo dos horas de enseñanza. Si no vienen, perderán todo el día", argumentó el Ministro.
El club catalán se reserva un derecho de tanteo por los jugadores que forma. Tres chicos ya han sido llamados para las selecciones inferiores de Argentina. Todos sueñan con seguir algún día el camino de su gran ídolo, Messi. El proyecto cubre cualquier gasto, pero no paga nada y evita a los agentes.
Los únicos que no van a perder ni una hora son los alumnos de la Masía argentina, la escuela que inauguró hace casi tres años el Fútbol Club Barcelona en San Justo, una localidad del enorme cordón suburbano de Buenos Aires. Para ellos los partidos forman parte de su educación. Los 49 chiquillos y adolescentes que viven en las instalaciones de La Candela, el antiguo centro de entrenamiento del Boca, en el que se entrenó un jovencísimo Maradona, y los más de 150 externos que acuden sólo por la tarde, no ocultan su excitación ante el Mundial. Todos son fanáticos de Lionel Messi y todos sueñan con llegar un día a ser como ÉL.
"Todo el mundo piensa que de aquí saldrán los nuevos Messi, los cracks argentinos del futuro, pero nosotros no nos lo planteamos así. Si surge un talento tan grande como él, estupendo, pero la idea es reproducir en Argentina el mismo modelo organizativo, social y deportivo del Barcelona", explica Daniel Vitali, representante legal del Barcelona en Argentina y director general del proyecto, un economista que no procede del mundo del fútbol, sino de la universidad y la gestión sanitaria. "Creemos en la idea de juntar el talento de raíz individualista de los futbolistas argentinos con la organización, el método y la filosofía de juego del Barcelona", insiste Jorge Raffo, director deportivo de La Candela.
Raffo, que fue jugador del Boca y del Quilmes y que pasó cuatro temporadas en el fútbol francés y alemán, ("con más fracasos que éxitos", reconoce), tiene claro lo que le gusta de la organización del Barça: "Realmente, nos preocupamos de los chicos, de su formación, de su educación general, de su salud y de su alimentación. De que se comporten con solidaridad, disciplina y responsabilidad". Si los chicos rompen ese "contrato" son expulsados sin piedad. "Ha habido pocos casos, pero sí que hemos devuelto a algún chico a su casa", reconoce.
Los 49 que viven actualmente en La Pensión (el edificio destinado a dormitorios, con tres camas por habitación, con la idea de permitir mejor el control) van por las mañanas al colegio salesiano de Don Bosco, en San Justo, se entrenan por la tarde con los otros alumnos externos (que reciben también una sustanciosa merienda y atención médica permanente) y disfrutan de cinco profesores particulares que les ayudan a hacer los deberes escolares. "Todos son de fuera de Buenos Aires, menos cuatro que proceden de las villas (barrios extremadamente pobres del entorno de Buenos Aires), cuyos padres no pueden garantizarles ni la alimentación ni la higiene adecuadas", explica Raffo.
El proyecto no fue fácil en sus inicios. Primero, porque el centro no admite que los niños tengan representantes ni paga un céntimo a sus padres, algo bastante extendido en el futbol argentino, y segundo, porque los grandes clubes del país lo contemplaron como una injerencia extranjera en su propio patio trasero. El Barça les dio garantías de que no iba a competir con sus propias canteras y "ese miedo ya ha desaparecido", mantiene Pablo Forte, jefe de los ojeadores azulgrana en este proyecto. "Nosotros no funcionamos con el modelo tradicional argentino, sino que nos relacionamos primero con los pequeños clubes o asociaciones deportivas y después, con los chicos. Vamos a ver torneos infantiles en el interior del país y tenemos personas de confianza que nos llaman para pedirnos que veamos a algún chaval. Obviamente tenemos más trabajo en Buenos Aires y en Rosario (dos centros tradicionales del fútbol argentino), que en Neuquén (una provincia alejada), pero también vamos allí", asegura Forte.
El modelo del Barça en Argentina es peculiar. Según explica Vitali, el equipo catalán compró la licencia de un club argentino que ya no competía, el Club Atlético Luján, y fundó el FC Barcelona Juniors de Luján. Es esta institución la que tiene los derechos federativos de los chicos que entrena y, de hecho, los muchachos juegan con camisetas que tienen los colores del Barça pero que llevan también el escudo del Luján. Los resquemores de los clubes argentinos desaparecieron por completo cuando el Barcelona les explicó su plan: cuando los chicos ya llevan dos o tres años en La Candela y alcanzan el nivel adecuado, son ofrecidos a los equipos de Primera División para que, si así lo desean, los incorporen a sus equipos juveniles, sin que tengan que pagar ni un euro por ellos. El Barça se reserva, eso sí, el derecho de tanteo de cada uno de esos jugadores, en el caso de que vayan a ser traspasados a un equipo profesional, o un porcentaje de la ficha de ese primer traspaso.
El proyecto ha recibido ya unas 40 peticiones de clubes de Primera para fichar a muchachos de La Candela. Aunque nadie dice nombres de jugadores ni equipos concretos, parece que Boca, River, Huracán, Racing y, sobre todo, Vélez son los clubes que han solicitado más jugadores para sus equipos juveniles. Y lo más importante, tres chicos ya han sido llamados para las selecciones inferiores de Argentina.
¿Y el propio Barça? ¿No puede reclamar a alguno de esos chicos para la auténtica Masía? "Hemos llevado este año a unos 10 jugadores para que pasaran allí unos días, pero todos han vuelto. La verdad es que más que viajar para presentar posibles talentos, viajamos para pasar una especie de auditoría deportiva", bromea Raffo. De cualquier forma, explica, la idea es que los chicos no vayan a vivir al extranjero antes de los 17 años. El caso de Messi, que fue a Barcelona a los 13, inspiró al club azulgrana a crear masías en el extranjero.
"Corremos con todos los gastos, desde la vestimenta hasta los exámenes médicos, pero no creemos que chicos tan jóvenes necesiten representantes ni agentes. No cobramos nada, pero no pagamos nada", asegura Vitali. Jorge Raffo lucha también para impedir que los padres presionen a los chicos: "No dejamos que estén cerca de las canchas. Tienen una zona acotada, con un bar, donde esperan, y los chicos pueden jugar sin que les griten o sin ver cómo sus padres se ponen hechos unas fieras con los árbitros. No hay nada peor que un padre de futbolista que quiere salvarse económicamente gracias a su hijo".
Las instalaciones de La Candela son magníficas. El Boca las perdió en una de sus muchas quiebras y habían terminado en manos de una empresa vinculada a Raffo, que creó allí un Centro de Entrenamiento para Futbolistas de Alto Rendimiento. Es esa finca, de ocho hectáreas, la que ha reformado el Barça para su escuela argentina. La imagen es idílica: varios pequeños edificios que parecen sacados de la campiña inglesa, con césped impecable y fachadas de brillante ladrillo rojo. El conjunto tiene un edificio-enfermería, residencia para profesores y para padres invitados, tres canchas con césped natural y artificial, una de ellas techada, gimnasio, zonas de juegos, y entre 40 y 50 personas que lo controlan todo.
El edificio con los dormitorios infantiles y juveniles está decorado con varias grandes fotos de Maradona. En las habitaciones, de orden riguroso, no se permiten carteles ni fotografías en las paredes. No hace falta preguntar mucho para que los chicos, enseñados a saludar con esmero, confiesen su sueño: que Messi gane el Mundial y que a ellos les lleven pronto a la auténtica Masía. Europa y Messi siguen siendo el objetivo.
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